Idear y crear un libro de artista es como asistir a una fiesta.

Llevar a cabo una encuadernación tradicional es apasionante -sí- pero no se siente exactamente como si hubiéramos sido invitados a una juerga. Porque iniciar la creación de un libro raro es como cuando te invitan a acudir a una fiesta: causa una emoción y una expectativa acerca de lo que vamos a encontrar allí que el abordaje de un libro convencional no provoca con la misma intensidad. ¿No es cierto que, justo antes de que empiece el carnaval, todavía no sabemos qué vamos a aprender, de qué transgresiones vamos a ser capaces, ni qué cosas nuevas nunca-antes-imaginadas vamos a descubrir? Y eso, seamos honestos, emociona.
La encuadernación tradicional es como el Carablanca dentro de la familia de los clowns y, como él, es un personaje imprescindible y tiene muy clara su función: es el que manda y organiza, porqué es el aristócrata. Ocupa un lugar de poder y se caracteriza por ser elegante, responsable, armónico, inteligente, hábil y bello. Por contra, el libro de artista es el payaso Augusto: pícaro, sociable, generoso, travieso, cómico… Es el alborotador y el sátiro que se burla de la cotidianidad. Y esa función que desempeña es igualmente importante.
Siguiendo con las metáforas, en el contexto de las relaciones sentimentales el libro de artista correspondería a la promiscuidad mientras que la encuadernación tradicional representaría la monogamia de la pareja fiel. Por mucho que intentemos ser objetivos al hablar sobre una y otra forma -tanto de hacer libros como de organizarnos en el amor- vemos que no es posible describirlas sin prejuicios, sin acabar hablando sobre nosotros mismos, y en definitiva, sin delatarnos. El amor libre y el libro de artista dan vértigo e independencia, y quien los pone en práctica siempre tendrá que cuestionarse a sí mismo. También tendrá que justificarse ante los demás porqué le pedirán que argumente el por qué de las decisiones que toma. En cambio el libro convencional y la vida conyugal vienen con un arnés que los sostienen y los acotan, y es justamente esa estructura la que les brinda la oportunidad de la excelencia y de alcanzar la profundidad en la materia.
No voy a entrar en definiciones más técnicas porque me parecen limitantes y excluyentes, y porque no soy experta. Pero es urgente, en realidad, encontrar una definición que nos permita, entendernos entre nosotros, a los que hacemos libros raros, y que nos sirva para hacernos entender hacia afuera. Sin embargo al mismo tiempo esa ausencia de parámetros definitivos hace que el libro de artista sea una vía de expresión artística sumamente viva que ofrece principalmente libertad, que no es poco.
Los únicos límites que, a día de hoy, le pondría a esa libertad creativa son tres, y lo curioso, es que básicamente son los mismos requisitos que servirían para definir al libro convencional:
- Hay un contenido o mensaje -lo cual denota la voluntad de transmitir.
- Está compuesto por un conjunto de elementos iguales -que recuerdan a las páginas.
- Algo unifica y protege estos elementos -a modo de encuadernación.
Habría un cuarto punto que sería fundamental añadir en el caso del libro-arte:
- La coherencia contenido/continente. Una simbiosis entre todos los elementos que configuran la creación, cuyo objetivo es servir a la transmisión del mensaje, es reforzar y dar énfasis a la idea en la que sostiene la obra.
Para finalizar, si un libro de artista cumple estas cuatro premisas para mí ya puede pasar al salón de baile y disfrutar de la fiesta. Pero si un día me dices que esa obra tuya es un libro de artista puede que, también, sea suficiente.